martes, 2 de abril de 1996

Abril

A Ramón Charlo


Qué dulce sería morirse así ¿verdad? Casi ciego, y viendo con el Alma. Al final de la calle Argote de Molina, presintiendo la Santa Cruz en Jerusalén izada sin pisar suelo profano. Ya es noche sagrada, la Madrugada Famosa de Sevilla. Tu madrugada. No hace falta ni asomarse. Todo se consuma. Sí, se escuchan, las Saetas del Silencio, ya está el Rey de Israel en la Cuesta haciendo sonar su arpa de salvación, hecha de carey y plata. No hay duda. Cae la cera y suenan pasos racheados. Placentines acoge a Jesús Nazareno y, por Alemanes, la Inmaculada Concepción de María bajo la Catedral de las estrellas de Nisán, bajo la sombra de la Catedral de Santa María la Mayor de Sevilla, bajo el cobijo de la Catedral de San Marcos de su palio. Qué dulce suena abril desde tu balcón. Pasa la cofradía, pasa la noche, pasa, pasa, porque por esa misma cuesta pasará muy pronto la Esperanza.

I
Conjuro el llanto,
que vida es,
aunque nos duela
-spes nostra-.

Y hay varales
que saben…
no todo es pena.

…Y el silencio
del redoble
¿ahora es tiempo?
-sólo ahora.

Ojos que van
clavados en la marcha,
calles y calles.

A ti
rezar que tiempo es
ahora y siempre
-olivos y naranjos-.

A ti,
ciudad del alma
sola.

Lloraré tu dolor
que se consume,
-y no lo quiero-
ansiaré el llanto
que es espera
-dolor eterno-.

¿Nostalgia del momento?
-con tanta presencia
ausencias siento;
recuerdos, recuerdos, recuerdos
…y la saeta.


II

Lloraré lo efímero
que es belleza
y sólo eso,
-vitam aeternam-
que ni presumo,
ni lamento
quererte oliendo a cera,
que muero por morir
y no estoy solo.

¿Suficiente?

Nunca quiero
a mi Dios
a causa de la gloria
-que ignoro-
del tercer día.

Nunca más,
pero siempre ahora.

Fugaz
… la semana
Y el mes pequeño.

¿A dónde irán estos días
cuando dejen de nacer
a la izquierda
del Betis?

Corregiré llorando
a San Agustín,
soliloquio en conjuro
como tú:
“Deum et animam
-y Sevilla-
Nihilne plus”.


III

Que es belleza
el aire que respiro.

Que es celeste
el antifaz que me cubre.

Que es de plata
el golpe del martillo.

Que es suave
quemarse con la cera.

Que es ligero
el peso de las cruces.

Que es perfume
el sudor en la madera.

Que es bendita
descalza la pisada.

Que es eterno
lo que vuelve
sin pedirlo

¡Tiempo duele
que pase!

¡Tiempo vuelve;
nunca es tarde!

Que es la vida
entremés
de tantas cosas…
y a veces pasa
y no se para
en mi estación.

¡Que quiero verte
cubierto de
azahar, Sevilla
Hoy y siempre!




sumhis

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