jueves, 17 de diciembre de 2009

Las huellas vivas

“a la memoria eterna del Padre José María Javierre”



Siempre caminando, siempre. Cuentan que Miguel Ángel golpeó con el cincel la Piedad una vez estuvo terminada y le pidió que hablase, pues era lo único que le faltaba. Juan de Mesa cuando concluyó la obra del Señor del Gran Poder, debió decirle: “camina”… y el Señor caminó. Rayando madrugadas cargando su cruz, con su túnica morada oscilando a impulsos de una valiente zancada. José María siguió su modelo. Hizo su propio camino, siguiendo a Él, y siempre superando obstáculos. Será enterrado un Viernes del Señor, como lo fue mi padre. En este mismo año que ya muere. Un dieciocho de diciembre, día de la Esperanza. La que transmitió toda su vida. Pero, no podemos evitar quedarnos vacíos, fríos, desalentados. Se van con él tantas cosas… y tan difíciles de rescatar. El verdadero progresismo que lucha sin prejuicios por una verdad y una justicia que no la halló más clara que en los evangelios, el verdadero cristianismo lejos de retrógradas jerarquías que tanto hieren y traicionan esos mismos evangelios. La invocación permanente a las bienaventuranzas. La enseñanza del amor al crucifijo con las obras, con el ejemplo; invitando, seduciendo, nunca imponiendo. El pregón de la gracia, el ingenio, la ironía, la libertad no alineada más que con la conciencia. Una sevillanía de leyenda, de pureza, de sentimientos honestos tal si hubiese nacido a la sombra de la Venera, en vez de un pueblo apartado de la provincia de Huesca. El valor y la energía inagotable, difundiendo el humanismo de puerta abierta. Siempre en camino con la persona, hacia un proyecto unido de creación de riqueza y de equidad... de su justa distribución. Y siempre concordia, sobre todas las cosas. Rechazando el juicio al prójimo –que nunca ha de confundirse con sus acciones-, intentando entender lo incomprensible y siguiendo fielmente el mensaje de Lucas 6, 37.

Y se va… La ilusión en el trabajo, la ganas de vivir para vivir de verdad: Por los demás. Ojalá esta ciudad camine, siga caminando como él y no le olvide como acostumbra. Mas será más probable que continuemos nuestro recorrido de amnesia, y dividiéndonos en maniqueos bandos para pelear, para mirarnos a nosotros mismos sin ver nada más o mirar a todos lados para no vernos ni nosotros mismos. Tanto nos enseñaste y que poco aprendemos…

No habrá elocuencia más certera, fiel,
salvaguardia de los principios eternos
de la justicia social, del progreso
libre, humilde, tozuda sencillez.

No habrá camino, empresa sin desmayo,
amor sin traición, impostura aquieta,
ternura con vigor, serena fuerza,
Sed de verdad, Cristo crucificado.

No habrá, Sevilla, quien venga y te entienda
mejor que un hijo de tu mismo sangre,
solo por dentro, acompañado afuera.

Oh no, Tú, Soledad, tu mano, dale
esperándole allí junto a tu puerta
que le recibe el del Poder más Grande.
sumhis

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